A pesar de enfrentar acusaciones previas, como malversación de fondos, llevar la Supercopa de España a Arabia Saudí, un aumento significativo de su salario de 160,000 a 676,000 euros, y las demandas de mejoras de 15 futbolistas de la selección femenina, la impunidad de Rubiales parecía inquebrantable hasta que un beso no consentido a Jenni Hermoso reveló su verdadera personalidad.
El incidente ocurrió durante la final del Mundial de Australia y resultó en un fuerte revuelo. Rubiales no solo se negó a dimitir, a pesar de las expectativas, sino que también adoptó una actitud desafiante ante la Asamblea de la Federación Española de Fútbol. Culminó su intervención aludiendo al beso como un gesto consentido, culpando a la futbolista y afirmando que ella se le había acercado.
Su discurso, en el que desestimó el feminismo, generó una oleada de críticas. Las demandas para su destitución se multiplicaron, y la madre de Rubiales incluso inició una absurda huelga de hambre de dos días en apoyo a su hijo. Jenni emitió un comunicado refutando categóricamente las palabras de Rubiales, asegurando que el beso no había sido consensuado y que se había sentido vulnerable y víctima de una agresión machista. Además, las 23 jugadoras que compitieron en el Mundial renunciaron a la selección en caso de que los actuales líderes permanecieran en sus cargos. Posteriormente, la FIFA suspendió provisionalmente a Rubiales durante 90 días, un día después de su comparecencia pública.
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